EL CORBACHO ** Reyes Maraver ** Artículo  

Publicado por: Pandora

En el mes de febrero publiqué un artículo en Pandora sobre el mester de clerecía, concretamente sobre la “Fábula del pintor Pitas Payas”, incluida en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita. Trataba este cuento sobre la infidelidad de la mujer y sobre su astucia para engañar al marido ante la evidencia del adulterio. Toda la literatura está llena de episodios similares, sobre todo la medieval, especialmente misógina. Otro ejemplo de ataque despiadado al género femenino lo encontramos en El Corbacho del Arcipreste de Talavera (con la Iglesia hemos topado… otra vez), obra en prosa de 1438 en la que se pretende advertir sobre los perniciosos efectos del amor mundano y la lujuria. Sin querer ser demasiado audaz en mis pronósticos, me atrevería a decir que no tuvo este señor demasiado éxito, ya que hoy mismo hablaban en televisión del éxito de la pornografía en internet aunque, curiosamente, de entre varios transeúntes entrevistados uno sólo declaró visitar dichas páginas. Es posible que se hayan equivocado con las estadísticas.

En fin, como iba diciendo, en El Corbacho, aunque se reparte para todos, porque se ve que el Arcipreste entre misa y misa tenía mucho tiempo libre, las mujeres nos llevamos una suculenta ración, ya que no se le ocurre otra cosa que dedicarnos toda una parte (de las cuatro que componen el libro) y no, precisamente, para llamarnos bonitas. Se empeña el hombre en analizar los defectos de las mujeres. Como es muy organizado estructura esta sección en capítulos, y es el número X el que mejor nos viene en este caso. Se titula “De cómo la mujer miente jurando y perjurando” y en él, junto a sus análisis y apreciaciones, hallamos ejemplos de algunos casos de adulterio de los que las mujeres salen airosas gracias a la astucia y a la picardía. Uno de ellos es el siguiente:

“Contarte he un ejemplo, y mil te contaría: una mujer tenía un hombre en su casa, y sobrevino su marido y húbole de esconder tras la cortina. Y cuando el marido entró dijo: «¿Qué haces, mujer?». Respondió: «Marido, siéntome enojada». Y asentose el marido en el banco delante la cama, y dijo: «Dame a cenar». Y el otro que estaba escondido, no podía ni osaba salir. E hizo la mujer que entraba tras la cortina a sacar los manteles, y dijo al hombre: «Cuando yo los pechos pusiere a mi marido delante, sal, amigo, y vete». Y así lo hizo. Dijo: «Marido, no sabes cómo se ha hinchado mi teta, y rabio con la mucha leche». Dijo: «Muestra, veamos». Sacó la teta y diole un rayo de leche por los ojos que lo cegó del todo, y en tanto el otro salió. Y dijo: «¡Oh hija de puta, cómo me escuece la leche!». Respondió el otro que se iba: «¿Qué debe hacer el cuerno?». Y el marido, como que sintió ruido al pasar y como no veía, dijo: «¿Quién pasó ahora por aquí? Pareciome que hombre sentí». Dijo ella: «El gato, cuitada, es que me lleva la carne». Y dio a correr tras el otro que salía, haciendo ruido que iba tras el gato, y cerró bien su puerta y tornose, corrió y halló su marido, que ya bien veía, mas no el duelo que tenía. Pues así acostumbran las mujeres sus mentiras esforzar con arte”.

Pues bien, como este ejemplo encontramos varios en el capítulo X. En todos ellos se repiten escenas similares en las que las mujeres engañan a sus maridos. ¿Mujeres astutas y maliciosas u hombres demasiado confiados y alelados? Debería haber tenido en cuenta el Arcipreste esta otra posible lectura.

Recientemente he descubierto un video que podría suponer un cambio revolucionario en la historia de la humanidad. Se titula “No te vas a creer cómo he llegado aquí”. Seguramente, si el Arcipreste de Talavera pudiera verlo, se avergonzaría por su mala fe. Nunca imaginó al configurar su libro que esos ejemplos podrían haber sido maliciosas interpretaciones de inocentes casualidades. ¡Cuántas mujeres no se habrán visto injustamente acusadas por hechos similares a los que representa este iluminador video! ¡Cosas más asombrosas se han visto! La creación del Universo, la conquista de la Luna, el posado veraniego de Anita Obregón, el chiki-chiki… Al descubrirlo, no he podido dejar de acordarme del Arcipreste de Talavera, lo que me ha venido al dedillo porque no tenía ni la menor idea de cuál iba a ser mi colaboración este mes en Pandora. Como ve, señor Arcipreste, sus propósitos y los de tantos como usted han obtenido en ocasiones el efecto contrario, porque aquí seguimos, dando guerra y más guerra. Malas, malas… no sé, pero astutas… un rato.




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1 comentarios

Anónimo  

Afortunadamente esa visión de las mujeres ha cambiado, ¿o quizás no?

13 de agosto de 2010, 1:02

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