TRAFALGAR ** Reyes Maraver ** Artículo  

Publicado por: Pandora

El 21 de octubre del año 1805 tuvo lugar la última gran acción de guerra en el mar de este periodo: la batalla de Trafalgar. A la altura del cabo Trafalgar, en Cádiz, se enfrentaron la flota británica, comandada por el almirante Horacio Nelson, contra una flota combinada franco-española bajo las órdenes del almirante Villeneuve. Se perdieron en esta contienda alrededor de 5.000 vidas y 15 buques (esto último principalmente a causa del temporal que se desató sobre los maltrechos buques al día siguiente) y sus consecuencias se prolongaron mucho más allá de las guerras napoleónicas.

Una forma amena de conocer este interesante capítulo de nuestra historia es a través de Trafalgar (1873), de Benito Pérez Galdós, que constituye casi una introducción a la larga novela en diez entregas que es la primera serie de los Episodios Nacionales. Gabriel, el protagonista, nos narra desde la distancia, ya en su madurez, los acontecimientos. La novela presenta una influencia muy clara de la picaresca. Nos cuenta un Gabriel mayor (como ya hiciera Lázaro en Lazarillo de Tormes) cómo fue su desafortunada infancia en una Cádiz representada de forma espléndida; cómo jugaba de niño en la Caleta y cómo, muy pronto, quedó huérfano. Nos habla de su llegada a la familia de Don Alonso Cisniega (personaje inspirado sin duda en don Quijote), militar retirado en Vejer de la Frontera y consumido por la nostalgia del mar, que huye de su casa a escondidas de su mujer para participar en la contienda. A su regreso, languidecerá hasta la muerte. Gabriel trabajará en casa de don Alonso, suspirará allí por los amores no correspondidos de su hija y huirá con su amo para incorporarse en Cádiz a la escuadra que combatirá en Trafalgar.

Asistimos, con los ojos de Gabriel joven, al último de los grandes combates navales en que participó la Marina española durante los años finales del siglo XVIII y principios del XIX. El protagonista irá alternando lo que ve y lo que escucha con sus propias reflexiones, que van mostrando un viaje interior hacia la maduración. Es una de las novelas más apasionantes y entretenidas que he leído y, como para muestra un botón, he seleccionado un fragmento en el que se representa con gran maestría, entre otras cosas, la sinrazón de la guerra, que nos priva de grandes hombres, independientemente de cuál sea su nacionalidad, y la universalidad del dolor humano.


“ ¿Pero qué ha sido de la reserva? ¿Qué ha hecho Gravina? -preguntó mi amo.

-Gravina se ha retirado con algunos navíos -contestó el inglés.

-De la vanguardia sólo han venido a auxiliarnos el Rayo y el Neptuno.

-Los cuatro franceses, Duguay-Trouin, Mont-Blanc, Scipion y Formidable, son los únicos que no han entrado en acción.

-Pero Gravina, Gravina, ¿qué es de Gravina? -insistió mi amo.

-Se ha retirado en el Príncipe de Asturias; mas como se le ha dado caza, ignoro si habrá llegado a Cádiz.

-¿Y el San Ildefonso?

-Ha sido apresado.

-¿Y el Santa Ana?

-También ha sido apresado.

-¡Vive Dios! -exclamó D. Alonso sin poder disimular su enojo-. Apuesto a que no ha sido apresado el Nepomuceno.

-También lo ha sido.

-¡Oh!, ¿está usted seguro de ello? ¿Y Churruca?

-Ha muerto -contestó el inglés con tristeza.

-¡Oh! ¡Ha muerto! ¡Ha muerto Churruca! -exclamó mi amo con angustiosa perplejidad-. Pero el Bahama se habrá salvado, el Bahama habrá vuelto ileso a Cádiz.

-También ha sido apresado.

-¡También! ¿Y Galiano? Galiano es un héroe y un sabio.

-Sí -repuso sombríamente el inglés-; pero ha muerto también.

-¿Y qué es del Montañés? ¿Qué ha sido de Alcedo?

-Alcedo... también ha muerto».


Mi amo no pudo reprimir la expresión de su profunda pena; y como la avanzada edad amenguaba en él la presencia de ánimo propia de tan terribles momentos, hubo de pasar por la pequeña mengua de derramar algunas lágrimas, triste obsequio a sus compañeros. No es impropio el llanto en las grandes almas; antes bien, indica el consorcio fecundo de la delicadeza de sentimientos con la energía de carácter. Mi amo lloró como hombre, después de haber cumplido con su deber como marino; mas reponiéndose de aquel abatimiento, y buscando alguna razón con que devolver al inglés la pesadumbre que este le causara, dijo:

«Pero ustedes no habrán sufrido menos que nosotros. Nuestros enemigos habrán tenido pérdidas de consideración.

-Una sobre todo irreparable -contestó el inglés con tanta congoja como la de D. Alonso-. Hemos perdido al primero de nuestros marinos, al valiente entre los valientes, al heroico, al divino, al sublime almirante Nelson».

Y con tan poca entereza como mi amo, el oficial inglés no se cuidó de disimular su inmensa pena: cubriose la cara con las manos y lloró, con toda la expresiva franqueza del verdadero dolor, al jefe, al protector y al amigo.

Nelson, herido mortalmente en mitad del combate, según después supe, por una bala de fusil que le atravesó el pecho y se fijó en la espina dorsal, dijo al capitán Hardy: «Se acabó; al fin lo han conseguido». Su agonía se prolongó hasta el caer de la tarde; no perdió ninguno de los pormenores del combate, ni se extinguió su genio de militar y de marino sino cuando la última fugitiva palpitación de la vida se disipó en su cuerpo herido. Atormentado por horribles dolores, no dejó de dictar órdenes, enterándose de los movimientos de ambas escuadras, y cuando se le hizo saber el triunfo de la suya, exclamó: «Bendito sea Dios; he cumplido con mi deber».

Un cuarto de hora después expiraba el primer marino de nuestro siglo.”

Trafalgar , Benito Pérez Galdós.

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1 comentarios

Conocía la obra de la época del Instituto, pero nunca había sentido el interés necesario para leerla. Ese interés que sí me has provocado con tu artículo. Enhorabuena Reyes.

24 de octubre de 2010, 14:50

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